
Para reconocer el tipo de cuero cabelludo del cliente y recomendar un champú adecuado.
Para determinar el estado del cabello antes de realizar los procesos químicos requeridos por el cliente.
Para reconocer signos y síntomas de posibles alteraciones capilares, para recomendar la valoración oportuna con un dermatólogo.
Para establecer los tratamientos y productos cosméticos más adecuados para la necesidad del cabello.